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sábado, 17 de diciembre de 2016

''La Matanza colonial; Las mujeres en el pago'', en Diario NCO, 20 de agosto de 2016.

''La Matanza colonial; Las mujeres en el pago'', en Diario NCO, 20 de agosto de 2016.
https://www.academia.edu/27930174/La_Matanza_colonial_Las_mujeres_en_el_pago_en_Diario_NCO_20_de_agosto_de_2016

La Matanza colonial; Entre las tareas del hogar y los trabajos de campo: Sin dudas, resulta más que interesante para un historiador intentar acercarse a temas tan específicos y particulares como el desarrollo histórico de las mujeres en una época tan lejana como el siglo XVIII, en el territorio del actual partido de La Matanza. Los testimonios y documentos de aquel momento nos hablan de diferentes realidades sociales, económicas y culturales, lo cual es algo de mucho valor para investigaciones como la que deseo llevar a cabo.

Realidades de vida

La Matanza colonial; Revisando los padrones (censos) rurales de la primera mitad de aquel siglo tan desconocido para nosotros, me encontré con que –teniendo en cuenta que La Matanza constituía un pago rural- las mujeres vivieron diferentes realidades de vida y trabajo, y que supieron desempeñar diversos roles poco despreciables para aquella sociedad.
Mujeres Matanza Colonial
La Matanza colonial
Por ejemplo, estaban aquellas que eran propietarias de tierras y tenían trabajadores bajo su dependencia, como fue el caso de Josefa de Esquivel, registrada en 1726 con tierras, un agregado y un mozo proveniente del Paraguay; o doña Ana González de Acosta, quien tenía bienes inmuebles en propiedad y se mantenía con la ayuda de sus 3 hijos.
Parecida situación la que atravesaba doña Sabina de Agüero, también censada en aquel año, propietaria territorial que vivía con un agregado y ‘‘gente de servicio’’ bajo su dependencia,  lo cual no era para cualquiera y representa un indicio de que algo se producía en sus terrenos.
Las mujeres estuvieron muy lejos de constituir un grupo social homogéneo en Buenos Aires colonial.

Las diferencias

Si uno avanza en el tiempo, se da cuenta de que las diferencias en cuanto a las condiciones de vida y trabajo de las féminas no tardaron en aparecer: doña Melchora Giménez, registrada en 1738, aparecía asentada sobre tierras que no sabemos si eran de ella o pertenecían a algún otro propietario y ella era una trabajadora en dependencia. Sin embargo, su condición de ‘‘doña’’ conduciría a pensar que no era una persona pobre, aunque no sea totalmente seguro.

La Matanza colonial: Las Viudas

Había otras que, en cambio, se distinguían por encabezar las estancias de sus maridos fallecidos, las cuales a su vez gozaban de una condición social y económica superior, como fueron los casos de la viuda de Gabriel de Alza y doña María Montenegro, quienes fueron propietarias de establecimientos de cría  y contaban con varias cabezas de vacunos y ovejas.
Asimismo, ambas tenían mano de obra de diferente tipo: la primera tenía en sus tierras un ‘‘indio’’ casado y con 3 hijos, mientras que la segunda tenía como agregados a su hermano y a un aborigen que había sido esclavo. La viuda del sargento mayor don Francisco Nieto, también mencionada en 1744, vivía de las labranzas que se realizaban en sus tierras, a manos de un capataz, los 4 hijos de éste y 2 esclavos mulatos.

Mano de obra doméstica

Otras mujeres, en cambio, no tenían tanta suerte, y formaban parte de la mano de obra doméstica y rural, en situaciones variadas. Por ejemplo, las 2 ‘‘negras’’ que tenía en sus estancias Joseph Chaparro, una esclava y la otra agregada, que bien pudieron ser personal doméstico o trabajadoras vinculadas a la cría de las ovejas que dicho hacendado tenía.
Caso parecido el de la agregada que vivía junto a su marido en tierras del capitán Gerónimo de Escobar, muy probablemente dedicados a diversas labores en esa estancia, o la paraguaya agregada que había en la estancia de Bartolo Orrego, cuya condición se desconoce.

Disputa por esclavo

Sin embargo, no todas las mujeres pertenecientes a los sectores más bajos de la sociedad colonial eran trabajadoras dependientes. Hubo casos a nivel local como el de Pascuala Orrego, una parda que había sido liberada en determinado momento y que a partir de entonces supo hacer cierta fortuna produciendo y vendiendo bizcocho en el mercado de la ciudad, a tal punto de llegar a conseguir el dinero como para poder tener un esclavo (muy poco accesible en aquella época).
El mismo, que declaraba como de su propiedad, fue motivo de conflicto en 1743 con doña Juan Montenegro, la viuda del hacendado que había sido su patrón, don Juan de Rocha, la cual también afirmaba que era suyo. Al fin y al cabo, que disputara en un litigio la tenencia de un esclavo no es un dato menor.

Los Roles

En síntesis, las mujeres tuvieron distintos roles y atravesaron diferentes situaciones en La Matanza rural colonial: Las había esclavas, campesinas pobres, trabajadoras domésticas, o aquellas que pasaban sus días participando directamente en los trabajos característicos de las chacras y las estancias. Destacándose también las que –generalmente por ausencia física de los maridos- administraban directamente importantes patrimonios rurales.
Mujeres Matanza Colonial 1
La Matanza colonial
Este tema me resulta más que importante e interesante como para ser investigado más a fondo, y siempre es bueno tener aunque fuese una pequeña visión de las distintas realidades de las mujeres en un pago rural como lo era el de La Matanza todavía hacia mediados del siglo XVIII.
El matrimonio constituyó una importantísima fuente para ganar contactos políticos, comerciales y ascenso en la escala social de la época.

Referencias

Academia Nacional de la Historia (ANH). Documentos para la Historia argentina, Tomo X, Padrones de la ciudad y campaña de Buenos Aires (1726-1810), padrones  de 1726, 1738 y 1744.
Archivo General de la Nación (AGN), Tribunales, Sucesiones, 8123.
Fradkin, Raúl y Garavaglia, Juan Carlos (2009). La Argentina colonial. El Río de la Plata entre los siglos XVI y XIX. Buenos Aires, Siglo XXI Editores.
Garavaglia, Juan Carlos (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la flor.
Mayo, Carlos (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-1820). Buenos Aires, Editorial Biblos.

Referencias

Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2015). ‘‘La diferenciación social en una sociedad del Antiguo Régimen: el papel de las mujeres y los sectores subalternos en el Río de la Plata hacia el siglo XVIII’’, en Revista de la Facultad de Filosofía, Ciencias de la Educación y Humanidades, Universidad de Morón, nº 21 y 22, septiembre de 2015, pp. 79-95.

Referencias

El Autor

* Profesor en Historia egresado de la Universidad de Morón (UM) y Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social por la Universidad Nacional de Luján (UNLu).
Se desempeña como docente en la UM y en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Ha realizado investigaciones sobre diversos temas sobre el Cabildo de Buenos Aires, la ganadería, los espacios productivos y los grupos sociales de la región.

viernes, 2 de diciembre de 2016

''El Paraguay y el Río de la Plata: relaciones sociales, acceso a los medios de producción y prácticas económicas durante la primera mitad del siglo XVIII''. Ponencia presentada en ''IV Jornadas: El Paraguay como frontera. Derechas y luchas sociales. Golpes y contragolpes''. Universidad Nacional de General Sarmiento, 1 de diciembre de 2016.

https://www.academia.edu/30209032/El_Paraguay_y_el_R%C3%ADo_de_la_Plata_relaciones_sociales_acceso_a_los_medios_de_producci%C3%B3n_y_pr%C3%A1cticas_econ%C3%B3micas_durante_la_primera_mitad_del_siglo_XVIII_en_IV_Jornadas_El_Paraguay_como_frontera._Universidad_Nacional_de_General_Sarmiento_1_de_diciembre_de_2016

Ponencia Nº 17: ''El Paraguay y el Río de la Plata: relaciones sociales, acceso a los medios de producción y prácticas económicas durante la primera mitad del siglo XVIII'', en IV Jornadas: El Paraguay como frontera. Universidad Nacional de General Sarmiento, 1 de diciembre de 2016.
https://www.academia.edu/30209032/El_Paraguay_y_el_Río_de_la_Plata_relaciones_sociales_acceso_a_los_medios_de_producción_y_prácticas_económicas_durante_la_primera_mitad_del_siglo_XVIII_en_IV_Jornadas_El_Paraguay_como_frontera._Universidad_Nacional_de_General_Sarmiento_1_de_diciembre_de_2016
 
Ponencia Nº 17: ''El Paraguay y el Río de la Plata: relaciones sociales, acceso a los medios de producción y prácticas económicas durante la primera mitad del siglo XVIII'', en IV Jornadas: El Paraguay como frontera. Universidad Nacional de General Sarmiento, 1 de diciembre de 2016.
https://www.academia.edu/30209032/El_Paraguay_y_el_Río_de_la_Plata_relaciones_sociales_acceso_a_los_medios_de_producción_y_prácticas_económicas_durante_la_primera_mitad_del_siglo_XVIII_en_IV_Jornadas_El_Paraguay_como_frontera._Universidad_Nacional_de_General_Sarmiento_1_de_diciembre_de_2016
 
Ponencia Nº 17: ''El Paraguay y el Río de la Plata: relaciones sociales, acceso a los medios de producción y prácticas económicas durante la primera mitad del siglo XVIII'', en IV Jornadas: El Paraguay como frontera. Universidad Nacional de General Sarmiento, 1 de diciembre de 2016.
https://www.academia.edu/30209032/El_Paraguay_y_el_Río_de_la_Plata_relaciones_sociales_acceso_a_los_medios_de_producción_y_prácticas_económicas_durante_la_primera_mitad_del_siglo_XVIII_en_IV_Jornadas_El_Paraguay_como_frontera._Universidad_Nacional_de_General_Sarmiento_1_de_diciembre_de_2016
 
Ponencia Nº 17: ''El Paraguay y el Río de la Plata: relaciones sociales, acceso a los medios de producción y prácticas económicas durante la primera mitad del siglo XVIII'', en IV Jornadas: El Paraguay como frontera. Universidad Nacional de General Sarmiento, 1 de diciembre de 2016.
https://www.academia.edu/30209032/El_Paraguay_y_el_Río_de_la_Plata_relaciones_sociales_acceso_a_los_medios_de_producción_y_prácticas_económicas_durante_la_primera_mitad_del_siglo_XVIII_en_IV_Jornadas_El_Paraguay_como_frontera._Universidad_Nacional_de_General_Sarmiento_1_de_diciembre_de_2016
 
Ponencia Nº 17: ''El Paraguay y el Río de la Plata: relaciones sociales, acceso a los medios de producción y prácticas económicas durante la primera mitad del siglo XVIII'', en IV Jornadas: El Paraguay como frontera. Universidad Nacional de General Sarmiento, 1 de diciembre de 2016.
https://www.academia.edu/30209032/El_Paraguay_y_el_Río_de_la_Plata_relaciones_sociales_acceso_a_los_medios_de_producción_y_prácticas_económicas_durante_la_primera_mitad_del_siglo_XVIII_en_IV_Jornadas_El_Paraguay_como_frontera._Universidad_Nacional_de_General_Sarmiento_1_de_diciembre_de_2016
 
Ponencia Nº 17: ''El Paraguay y el Río de la Plata: relaciones sociales, acceso a los medios de producción y prácticas económicas durante la primera mitad del siglo XVIII'', en IV Jornadas: El Paraguay como frontera. Universidad Nacional de General Sarmiento, 1 de diciembre de 2016.
https://www.academia.edu/30209032/El_Paraguay_y_el_Río_de_la_Plata_relaciones_sociales_acceso_a_los_medios_de_producción_y_prácticas_económicas_durante_la_primera_mitad_del_siglo_XVIII_en_IV_Jornadas_El_Paraguay_como_frontera._Universidad_Nacional_de_General_Sarmiento_1_de_diciembre_de_2016
 





martes, 22 de noviembre de 2016

''La migración santafesina y su rol dentro de los establecimientos productivos de Buenos Aires hacia mediados del siglo XVIII'', en Diario Entre Ríos Ya, 20 de agosto de 2016.

  Un factor determinante dentro de la sociedad y la economía rural en el Río de la Plata colonial fue, sin lugar a dudas, el movimiento de campesinos y familias enteras desde un punto a otro, por diversas razones relacionadas con las características estructurales de estas sociedades de frontera abierta: chacras y estancias sin cercos, fácil acceso a la tierra y al ganado, la posibilidad de ataques indígenas constantes, sequías e inundaciones, etc.
  Y las migraciones estuvieron lejos de carecer de importancia dentro de nuestra región. En el caso de este artículo, me propongo acercarme un poco a los migrantes santafesinos que terminaron asentándose en los pagos rurales de Buenos Aires, caracterizarlos desde el punto de vista socioeconómico y laboral.
  Gracias a los datos disponibles (padrones de la campaña bonaerense de 1726 y 1744), podemos encontrarnos frente a distintas realidades. Lo que quiero decir es que no todos los campesinos provenientes de la jurisdicción del Cabildo de la Ciudad de Santa Fe (algunos de los cuales venían de las tierras que hoy corresponden a la Provincia de Entre Ríos) vivieron la misma realidad al asentarse en estos territorios. Por ejemplo, el pago de Los Arroyos (empadronado desde la capital porteña) estaba conformado en 1726 por 42 jefes de familia oriundos de Santa Fe (sobre un total de 49 unidades productivas, lo cual nos da un abultado 85,7%). En cuanto a sus condiciones materiales y laborales, vale la pena marcar que todos dependían casi exclusivamente de la mano de obra familiar, y que estaban asentados en terrenos aparentemente pequeños, ya que no se registró ningún estanciero entre ellos. Podríamos acercarnos a la idea de que fue una localidad rural que nació con la migración santafesina, caracterizada por ser campesina y familiar.
  Sin embargo, en el mismo censo me encontré con santafesinos en otras condiciones. El capitán Jacinto Verdún, quien vivía en el pago de la Costa (actual Norte del Conurbano Bonaerense), era propietario de tierras de chacra, además de ostentar cierta jerarquía militar. Ésta zona, casi exclusiva de tierras denominadas como chacras, estaba directamente vinculada a la producción triguera y forrajera para el mercado de la ciudad. Distinta era la realidad de Nicolás Verón, poblador del pago de Luján, el cual vivía y trabajaba junto a su esposa y sus dos hijos, sobre tierras que no le pertenecían (estaba ‘‘en compañía’’ de la vecina Ana de Brito). Misma situación era la de María Frías, una viuda que contaba con la asistencia de sus 7 hijos, todos agregados de Isidro Rodríguez. La agregación era una relación muy difundida por la campaña bonaerense, y la misma consistía, básicamente, en el pago con trabajo para el estanciero o chacarero a cambio de que éste concediera el usufructo de una parcela para el campesino necesitado y su familia.

  Otra forma de insertarse en la sociedad y en la economía de aquella época era ofrecerse como peón. Este fue el caso, entre otros, del criollo Carlos Martínez, residente en la Capilla de Luján, el cual trabajaba como peón en la estancia de doña Magdalena Gómez, una estanciera distinguida del lugar. Dentro del mismo partido podían existir varias realidades, ya que también allí se encontraron casos de agregación, como fuera el de Marcos de Acosta, casado y con 5 hijos, todos agregados de Juan Lobo desde 1724.
  También estuvieron aquellos que pudieron instalarse como pequeños productores independientes. Un ejemplo es el de Tomás González, un español de Santa Fe que aparentemente no contaba con otra cosa más allá de la fuerza de trabajo de su núcleo familiar (su esposa y sus 8 hijos). Desde el punto de vista productivo, no podría decirse que estos migrantes hayan sido labradores o pastores de manera excluyente, sino que predominaron los que complementaban la ganadería en pequeña escala con la agricultura. Juan Joseph Basualdo, por ejemplo, quien fue registrado en Arroyo Seco en 1744, no era dueño de sus tierras y vivía con su familia (su esposa y 2 hijos), y reconocido como carretero y criador de muchos ganados menores y mayores. Ramón Venecia, empadronado en las costas del Paraná ese mismo año, era un peón conchabado que a su vez cuidaba de sus propios animales. Hernando Moreyra y Bartolomé Lezcano, vecinos del anterior, fueron anotados como ‘‘labradores criadores de ganado’’. Esto tiene que ver con varias cuestiones como el carácter diversificado de la economía rural bonaerense, y con la necesidad de responder a la mayor cantidad de mercados posibles (abasto de carne local, producción de cueros que terminaban siendo exportados, o mulas para enviar al Norte minero, etc.).
  El caso del partido Ramallo en 1744 constituye una particularidad, ya que además de estar compuesto en su mayor parte por santafesinos, éstos eran campesinos que se pudieron acomodar como productores diversificados en tierras ajenas. Eran labradores, pastores de ganado menor y mayor, se dedicaban al comercio minorista en carreta, peones conchabados y agregados, según el momento. Dichos datos ayudan a apreciar el predominio de los pequeños productores entre quienes llegaron desde Santa Fe a Buenos Aires.
  Por otro lado, estuvieron quienes se pudieron convertir en estancieros, como fue el caso de Luis Gómez, vecino de Cañada de la Cruz, del cual solo sabemos que vivía con su mujer y sus 4 hijos en tierras de estancia que eran de su propiedad. En Las Conchas, que era una zona más bien cerealera, me encontré con migrantes que aparecen como propietarios chacareros, como fueron Cristóbal Gómez y Diego Florentín Gómez, dedicados principalmente a la producción y comercialización de trigo.
  Todos los datos y casos enumerados y explicados bastan y sobran para que podamos llegar a por lo menos una conclusión clara: la gran mayoría de los campesinos que llegaron desde la jurisdicción del Cabildo de Santa Fe se asentaron en tierras de otros bajo distintas condiciones de vida y trabajo, y como pequeños productores independientes, mientras que los que fueron importantes estancieros y chacareros propietarios constituyeron una minoría. Asimismo, todos intentaron formar parte de los circuitos económicos al complementar la ganadería diversificada con la producción triguera.

viernes, 11 de noviembre de 2016

''Justicia y ganadería en Santa Fe (Río de la Plata) a fines del siglo XVIII'', en Revista de Historia, España, 18/08/2016. ISSN 2385-5312

  El cuidado de las poblaciones y ganados en las zonas rurales de frontera siempre ha sido de interés primordial para las autoridades hispano-coloniales. Y la región correspondiente al Litoral Rioplatense no era la excepción. Por un lado, es lógico pensar en estos inconvenientes que tuvieron las instituciones gubernamentales citadinas (Cabildos, gobernadores, luego virreyes, entre otros), debido a las enormes distancias existentes entre éstas y los pagos y partidos más distantes que se encontraban situados en la campaña. Por otra parte, las jurisdicciones asignadas a los alcaldes de la Santa Hermandad (vecinos designados por los alcaldes capitulares en el caso de Buenos Aires y Santa Fe, los cuales cumplía diversas funciones de justicia, administración y policía) eran demasiado extensas para su posibilidad de alcance.
     En una sociedad fundamentalmente rural, el carácter de las prácticas productivas fue agrícola-ganadero. En cuanto a la ganadería, fue un área de gran importancia para las poblaciones, por varias razones: en el caso de la ganadería vacuna, por el abasto de carne, venta de ganado en pie, la producción de cueros destinados al mercado externo, y la elaboración de otros productos como la grasa y el sebo para las transacciones comerciales e intercambios en las ferias locales y regionales dentro del espacio peruano; y en el caso de la mular, ésta se destinaba casi exclusivamente a los mercados del Norte, por ser las mulas un recurso indispensable para la explotación argentífera del Potosí. En este aspecto, los jueces rurales no podían estar al margen, y por eso trataron de tomar medidas y sanciones contra el robo de haciendas, así como también sobre su regulación y usufructo. Los cabildos de las ciudades coloniales nombraban jueces de campo y vecinos comisionados con funciones políticas y judiciales (algunas de las cuales se superponían con las de los alcaldes de la Santa Hermandad) para mejorar la administración de las áreas rurales de la jurisdicción.
  En la Castilla del siglo XV  se definía a los alcaldes de la Santa Hermandad como funcionarios que sólo actuaban por los delitos cometidos en la campaña, y no en las ciudades, a menos que los delincuentes rurales se refugien en ellas. Las funciones de éstos vecinos se centraban fundamentalmente en el campo y  no debían dejar de lado el control del ganado y de la delincuencia, y además no cambiaron demasiado entre lo establecido por los Reyes Católicos y lo que se podía llegar a percibir en el Río de la Plata hacia fines del S. XVIII. Entre los problemas más significativos que se presentaron en esta región, podría mencionarse el robo de ganados, el cual causaba daños a los productores y al sistema económico. Dentro del mismo, la yerba mate de las Misiones y el ganado vacuno y mular de las estancias santafesinas se erigieron como las más importantes fuentes de recursos de la región.
  Los comisionados eran designados para realizar múltiples tareas, como la persecución de la ‘‘vagancia’’, lo cual está directamente vinculado a la economía rural, ya que se necesitaba reclutar de una u otra forma a éstos ‘‘vagos’’ para que trabajaran en las diferentes explotaciones rurales (cosechas, recogidas de ganado, vaquerías, cosechas, etc.), o bien como hombres para las milicias y la protección de la frontera. A su vez, no era extraño que se los relacionara directamente con los robos de ganado. Sin embargo, es conveniente señalar que no solamente se dedicaban a éstos problemas, sino que las funciones variaban según las coyunturas regionales: en el Litoral, a modo de ejemplo, se podía ver a los de jueces de las Misiones efectuando el decreto de expulsión de los jesuitas, designando a los nuevos administradores y párrocos, y confeccionando los inventarios de bienes.



  Entre 1789-1800 los robos de ganados, los conflictos por la posesión de los mismos y los problemas que causaban los ‘‘vagos’’ tuvieron un  destacable protagonismo en las intervenciones del ayuntamiento de Santa Fe, ya que fue un período de frecuentes delitos de este clase, a los cuales se les daba particular atención porque afectaban directamente a la economía y las poblaciones de la región. Según el cabildo, los jueces debían cuidar, celar y vigilar precisamente sobre la persecución y exterminio de todos los ladrones y gente perniciosa que se hallen y se encuentren estén establecidos en todo el distrito que abraza sus nombramientos aprehendiéndolos y remitiéndolos a esta ciudad a disposición de cualquiera de los dos juzgados con el correspondiente parte. Por ejemplo, en 1800 el virrey informó su representación ante el gobierno municipal de los cuantiosos robos de ganado que experimentaban en aquel entonces los hacendados del pago de Coronda. Pidió que se le informara si era necesario nombrar comisionados en Cruz Alta, Arroyo del Monje, Barrancas, La Saladas, Bragado, Las Lomas, Chañares y Cululú. Asimismo, se especificó que los designaría ‘‘para celar los robos de ganado’’.
  Además les correspondía organizar las expediciones armadas y controlar los permisos que tuvieran los vecinos para hacer las recogidas de ganado y las faenas para sebo, grasa y cueros. En 1799, por ejemplo, el Alguacil Mayor presentó las diligencias obradas con motivo de la denuncia que el comisionado de Ascochingas había formulado contra Luis Zapata, ante lo cual el cabildo decidió condenarlo a las costas, y para que no volvieran a ocurrir estos excesos, resolvió ordenar a los jueces pedáneos y comisionados que ninguna persona efectuara recogidas sin licencias, las cuales deberían presentarse ante el funcionario correspondiente.
  Por otra parte, no faltan los casos en los cuales se ocuparon directamente de la persecución de la ‘‘gente ociosa’’: en 1791, el municipio mandó a que todos los comisionados registraran a  todos los vecinos de sus partidos, y que a aquellos que identificaran como ‘‘vagos, sin haciendas y fincas’’, les impusieran un plazo de 4 días como mucho para que se fueran de la jurisdicción. En mayo de 1800, los comisionados, junto con los hacendados del lugar formaron un fondo destinado a satisfacer la necesidad de armas y municiones.
  Estas intervenciones tenían que ver con la necesidad de hombres para las prácticas ganaderas y al mismo tiempo de evitar los daños sobre ellas. Hay que destacar que los funcionarios de justicia intervinieron sobre diversos aspectos. Entre otras cosas, debían controlar que las recogidas de ganado se hicieran con las licencias correspondientes, y asegurarse de que todas las cabezas reunidas fueran destinadas a los corrales de las estancias, y luego dieran noticia a los hacendados para que cada uno fuera a buscar lo que era suyo, separando los orejanos y los animales de marcas desconocidas para que el concejo determinara qué hacer con ellas. En 1797 el comisario de Ascochingas notificó haber embargado las haciendas que había recogido Manuel Ignacio Díaz de Andino. El cabildo dejó la medida sin efecto y decidió que se entregara a los animales de la recogida a sus dueños, y el resto de ellos y los de marcas conocidas, ‘‘con las crías que estén mamando’’. Los animales grandes orejanos serían aplicados para el costo de dichas recogidas, y el resto de ellos y los de marcas desconocidas, quedarían a disposición del municipio.  Hay que agregar que éstas recogidas no se hacían solamente sobre los vacunos dispersos. Si bien la producción de cueros y el abasto de carne representaban algo destacado para la economía de la época, la importancia de los demás tipos de ganado no era despreciable, destacándose los caballos, yeguarizos y mulares, vinculados fundamentalmente a los mercados del Norte.
  Éstas atribuciones también las tenían a mayor escala los alcaldes de la Hermandad: a mediados de 1800, ante la información levantada por el de Coronda y el comisionado de Las Lomas sobre la representación de Francisco Falcón, se ordenó que éste devolviera a Judas Tadeo Vergara las yeguas de su propiedad (que se había llevado en su ausencia), y que el comisionado reintegrara al demandante los animales que le tenía embargados; en enero de 1791, se hizo mención de las repetidas quejas que formulaban los vecinos de la campaña por los continuos robos de ganado y desórdenes que los alcaldes de la Hermandad no podían atender en toda su jurisdicción, en virtud de lo cual el virrey autorizó la designación de 3 jueces pedáneos por oficio del 14 de febrero de 1789. Por lo que puede apreciarse en estos ejemplos, parece ser que los ambos oficiales de justicia no se yuxtaponían, sino que más bien se complementaban.
  En conclusión, podría afirmase que: a) Los nombramientos por parte del cabildo de Santa Fe fueron bastante frecuentes en este período, marcados por los conflictos entorno a los conflictos por la propiedad y usufructo del ganado, tanto vacuno como mular y yeguarizo; b) En la mayoría de los casos registrados, se mencionan las funciones de los jueces pedáneos y comisionados vinculados a la ganadería, debido a su importancia; c) Las comisiones o atribuciones que recibían éstos vecinos con respecto a la ganadería eran amplias y diversas: organizar recogidas de ganado, cuidar de los robos, controlar las haciendas, revisar las marcas luego de las recogidas, distribuir los animales entre sus dueños, asegurarse de que las cabezas que tuvieran marcas fueran destinadas a sus verdaderos dueños y que los orejanos fueran enviados a la ciudad para que los miembros de la sala capitular decidieran que hacer con ellos, y custodiar que nadie que no tuviera licencia capitular pudiera hacer recogidas, entre otras cosas; d) Otro punto importante tiene que ver con la persecución de ‘‘vagos’’ por parte de éstas autoridades, con el fin de mantener segura la campaña. Sin embargo, se ha visto que la seguridad no era el único fin que perseguían los jueces pedáneos y comisionados, sino que éstos ‘‘vagabundos’’ servían como mano de obra dentro de las unidades productivas rurales, y fundamentalmente como oficiales para las milicias en las zonas de frontera con diversos grupos aborígenes; e) Si bien los comisionados y jueces pedáneos eran designados por las autoridades citadinas para controlar la situación de los pagos y partidos rurales, respectivamente, no estaban solos a la hora de actuar frente a cuestiones importantes como el robo de ganados, las recogidas, las faenas y la persecución del ‘‘vagabundaje’’. Como se ha visto, hay casos en los cuales actuaron en forma de complementariedad con los alcaldes de la Santa Hermandad, funcionarios militares y eclesiásticos; f) Aunque las funciones entorno a la ganadería no fueron las únicas que tenían, éstas fueron de mucha atención para éstos jueces, para el cabildo y la población en general. Hay que tener en cuenta que la explotación del ganado vacuno (cueros, grasa, sebo, carne, etc.) y mular (venta de ganado en pie en los mercados del norte), fueron fundamentales para el funcionamiento de ésta economía principalmente agropecuaria, la cual se encontraba inserta dentro del ‘‘espacio peruano’’, cuyo principal centro económico estaba compuesto por la explotación argentífera del Alto Perú (principal producto de exportación desde América hacia Europa). Y la ganadería estaba claramente orientada en este sentido. A su vez, la ganadería bovina era primordial para el abastecimiento local y regional de productos pecuarios, de allí que se preocuparan por controlar los rodeos, las recogidas y faenas, y de controlar la redistribución y propiedad del ganado.


Referencias bibliográficas
·         Assadourian, C. (1982): El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y espacio económico, Lima, Instituto de Estudios peruanos.
·         Azcuy Ameghino, E. (1996): ‘‘Hacendados, poder y estado virreinal’’, en Azcuy Ameghino, E (ed.), Poder terrateniente, relaciones de producción y orden colonial, Buenos Aires, Fernando García Cambeiro, pp. 7-58.
·         Barral, M.E. (2012): ‘‘Alboroto, ritual y poder en los procesos de institucionalización de un área periférica del Litoral rioplatense (Gualeguay, fines del siglo XVIII) ’’, Fronteras de la Historia, Vol. 17-2, pp. 129-158.
·         Barriera, D. (2012): ‘‘Instituciones, justicias de proximidad y derecho local en un contexto reformista: designación y regulación de jueces de campo en Santa Fe (Gobernación-Intendencia de Buenos Aires) a fines del siglo XVIII’’, Revista de Historia del Derecho, INHIDE, Buenos Aires, pp. 1-28.
·         Barriera, D. (2012): ‘‘Justicias rurales: el oficio de alcalde de la hermandad entre el derecho, la historia y la historiografía (Santa Fe, Gobernación del Río de la Plata, siglos XVII al XIX) ‘’, Revista Andes, Vol. 24, no.1, pp. 1-28.
·         Córdoba de la Llave, R. (2006): ‘‘La implantación de la Hermandad y su actuación contra el crimen en Andalucía a fines del siglo XV’’, Clío y crimen, Nº 3, pp. 167-194.
·         Fradkin, R. (2000): ‘‘El mundo rural colonial’’, en Tandeter, E. (ed.), Nueva Historia Argentina (Tomo II): La sociedad colonial, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, pp. 241-282.
·         Fradkin, R. y Garavaglia, J.C. (2009): La Argentina colonial. El Río de la Plata entre los siglos XVI y XIX, Buenos Aires, Siglo XXI Editores.
·         Fradkin, R. (2010): ‘‘¿Elegir a los comandantes? Los desafíos de la guerra y el gobierno de los pueblos en el litoral rioplatense’’, trabajo presentado en el Seminario Internacional Espacios de Poder: ejercicios, discursos y representaciones en Hispanoamérica, siglos XVI al XIX, Universidad Andrés Bello, 23 de junio de 2010.
·         Fradkin, R. y Ratto, S. (2011): ‘‘Reducciones, blandengues y el enjambre de indios del Chaco: entre las guerras coloniales de frontera y las guerras de la revolución en el norte santafesino’’, ponencia presentada en las V Jornadas de Historia Económica (AUDHE), Montevideo, 23 a 25 de noviembre de 2011.
·         Garavaglia, J.C. (1999): Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña de Buenos Aires 1700-1830, Buenos Aires, Ediciones de la flor.
·         Garavaglia, J.C. (2009): ‘‘La cruz, la vara, la espada. Las relaciones de poder en el pueblo de Areco’’, en Barriera, D. (ed.), Justicias y fronteras. Estudios sobre Historia de la Justicia en el Río de la Plata (Siglos XVI-XIX), Universidad de Murcia, pp. 89-117.
·         Halperín Donghi, T. (2010): Historia contemporánea de América Latina, Buenos Aires, Alianza Editorial. 
·         Levaggi, A. (2009): ‘‘La Alcaldía de Hermandad en el Virreinato del Río de la Plata (1776-1810) ’’, Revista de estudios histórico-jurídicos (Sección Historia del Derecho indiano), XXI, Valparaíso, Chile, pp. 317-348.
·         Mayo, C. (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-1820), Buenos Aires, Editorial Biblos.
·         Paz, G. (1999): ‘‘A la sombra del Perú: mulas, repartos y negocios en el Norte Argentino a fines de la colonia’’, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana ‘’Dr. Emilio Ravignani’’, Tercera Serie, Nº 20, pp. 45-68.
·         Suárez, T. y Tornay, M. L. (2003): ‘‘Poblaciones, vecinos y fronteras rioplatenses. Santa Fe a fines del siglo XVIII’’, en Anuario de estudios americanos, Tomo LX, 2, pp. 521-552.
·         Wilde, G. (2011): ‘‘Los guaraníes después de la expulsión de los jesuitas: dinámicas políticas y transacciones simbólicas’’, Revista complutense de Historia de América, Nº 27, 2001, pp. 69-106.

Fuentes
  Archivo General de la Provincia de Santa Fe (AGPSF): Actas del Cabildo de Santa Fe (ACSF): Expedientes Civiles, T. 149, f. 3-4, 33-33v, 38-38v; Tomo XV B, f. 358-364v, 536-538v; Tomo XVI B, f. 457-460v, 467-467v, 470-470v, 541-542; Varios documentos 1637-1816, L. 20, f. 5-7v, 12v; Tomo XVII B, f. 462-462v.









 


jueves, 10 de noviembre de 2016

''Tierra y ganado al sur de la ciudad de Buenos Aires. Unidades productivas y administración pública en el pago de Magdalena entre las décadas de 1720 y 1750'', en IX Congreso de Historia de Avellaneda, de la Provincia y Ciudad de Buenos Aires, 18 de agosto de 2016.



Resumen

El objetivo de esta ponencia consiste en analizar y caracterizar al desarrollo de la
ganadería –y puntualmente al vacuno- a nivel local (pago de Magdalena, jurisdicción del
cabildo de Buenos Aires) durante un período que va desde la extinción de las vaquerías
tradicionales2 hasta mediados de siglo, con la consolidación de nuevas prácticas como las
recolecciones de ganado alzado y la cría de diversas especies en las estancias 3. A su vez, se
desarrollarán otras problemáticas relacionadas a los conflictos por el contacto con los
‘‘indios infieles’’4 de la frontera, como los robos de ganados y los efectos negativos sobre
las sementeras desde la perspectiva de un cabildo porteño que intentó tomar las medidas
necesarias como para garantizar la seguridad de las unidades productivas y finalidades
primordiales como el abasto de carne local. Desde distintas fuentes (actas capitulares,
padrones rurales y sucesiones), se intentará describir las prácticas productivas, los grupos
sociales involucrados en las mismas, la evolución de la tierra y las haciendas 5 durante el
período y la intervención del gobierno municipal. Se parte de la idea de que a lo largo de
aquellos años tuvieron lugar varios procesos de importancia en simultáneo: una tendencia a
la fragmentación en la ocupación de las tierras, un avance del ganado vacuno dentro de los
1 Profesor en Historia egresado de la Universidad de Morón (UM) y Especialista en Ciencias Sociales con
mención en Historia Social por la Universidad Nacional de Luján (UNLu). Actualmente se encuentra
finalizando la tesis final para la obtención del título de Magíster en Ciencias Sociales con mención en Historia
Social (UNLu). Se desempeña como docente en la cátedra de Historia de América I del Profesorado en
Historia (UM) y en los seminarios de investigación I y II de la Licenciatura en Historia de la Universidad
Nacional de La Matanza (UNLaM).
2 Se hace referencia a las expediciones organizadas por autoridades, vecinos y demás interesados destinadas a
practicar la caza y extracción de recursos (pieles, grasa, sebo y algo de carne) sobre el ganado vacuno salvaje
o cimarrón.
3 El tema forma parte de la tesis de Maestría.
4 Denominación que se encuentra frecuentemente en los acuerdos del cabildo.
5 Término empleado para definir a los planteles de ganado disponibles.
1


establecimientos rurales y una intensificación de los enfrentamientos en la frontera que tuvo
influencia sobre la población y las prácticas agropecuarias.
El pago de Magdalena en sus comienzos: la ocupación inicial del espacio territorial
Los primeros asentamientos de españoles en la región de Magdalena se originaron a
partir de los repartos realizados por don Juan de Garay, pese a que en principio éste no haya
repartido más allá del Riachuelo por la inseguridad que representaban los entonces
denominados ‘‘naturales alterados’’. Dicha situación de indefensión, más la enorme
disponibilidad de tierras generada por lo poco atractivas que resultaban, generó una primera
generación de propietarios ausentistas. Se conoce bajo esta denominación a aquellos que
recibieron tierras pero que, en vez de habitarlas personalmente o con sus familias,
continuaron residiendo la gran mayoría de su tiempo en la Ciudad de Buenos Aires,
dejando en sus posesiones rurales a capataces o encargados, visitándolas algunas veces por
año. Luego de las batallas que se dieron entre peninsulares y aborígenes pampeanos cerca
del Riachuelo, el Río Matanza y las costas del Río de la Plata, Juan de Garay pudo efectuar
los primeros repartos en lo que se conocería como pago de la Magdalena: por aquel
entonces, se dieron unas 31 ‘‘suertes de estancia’’6.
Cuando hablamos de estas extensiones, estamos haciendo referencia a tierras de entre
media legua (3.000 varas, o en su defecto 2.600 metros) de frente, por legua y media de
fondo. Vale la pena aclarar que estas medidas estaban relacionadas con las disposiciones de
la Corona, y se mantuvieron durante prácticamente todo el período colonial 7. Según
Garavaglia, éstas tenían 1.875 hectáreas de extensión 8, y tuvieron un carácter productivo
diversificado, lo cual será explicado más adelante.
Asimismo, hay que tener bien presente que las autoridades coloniales intervinieron
mediante políticas de repartos de tierras y ajustes. Por ejemplo, a principios del siglo XVII,
6 ARRONDO, César y SÁNZ, Vilma (2000). ‘‘La ocupación de tierras en el pago de la Magdalena: De los
primeros repartimientos hasta la ocupación de comienzos del siglo XIX’’, en Anuario del Instituto de Historia
Argentina, Universidad Nacional de La Plata, pp. 9-10.
7 Ibídem, p. 11.
8 GARAVAGLIA, Juan Carlos (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la
campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la flor, p. 131.
2


el por entonces gobernador y capitán general Hernandarias de Saavedra, implementó una
política territorial tendiente a la organización espacial: se hicieron amojonamientos de
chacras, mensuras, se hizo la delimitación del ejido de Buenos Aires, se registró la
existencia de tierras despobladas, se fijaron los espacios productivos (regiones de chacras y
estancias), etc.9. Pedro Esteban de Dávila, gobernador hacia 1635, decidió realizar en dicho
año un ajuste administrativo por el cual las tierras de la jurisdicción (incluyendo las de
Magdalena), pasaron por una especie de evaluación para revalidar los títulos de mercedes
de los cuales gozaban los vecinos10.
Los gobernadores (como también el cabildo), tenían la facultad de otorgar mercedes de
tierras en nombre del Rey, ante las peticiones presentadas por vecinos. Puntualmente en
Magdalena, la concesión de tierras se vio favorecida por ser una región baja, vacía, con
grandes bañados, de difícil acceso y cercana a los indígenas nómadas. Los interesados
presentaban pedidos formales, los cuales estaban compuestos por la descripción de sus
servicios brindados para la Corona, sus ascendientes asentados sobre aquellas tierras, su
carácter de vecino, manifestando la necesidad de adquirir esas tierras para mantener a su
familia, la ubicación geográfica de las mismas, los límites naturales especificados (si los
había), y si se trataba de tierras vacas, yermas, abandonadas, etc.11.
En cuanto a las características de estas primeras ocupaciones rurales, vale la pena marcar
que los datos extraídos de los pedidos de mercedes no aportan demasiado, ya que de las 34
concedidas entre 1630 y 1640, solamente tres solicitantes aclararon que buscaban dedicarse
a la cría de ganados mayores y menores, con la particularidad de que se trató de vecinos
beneficiados con varias propiedades rurales12. Por otra parte, pocos son los estudios
dedicados a la relación entre estas ‘‘suertes de estancias’’ y la economía colonial,
destacándose el realizado por Rodolfo González Lebrero, quien tras el análisis de
sucesiones correspondientes a la primera mitad del siglo XVII, encontró 14
establecimientos definidos como ‘‘estancias’’, de las cuales solamente una estaba ubicada
9 ARRONDO, César y SÁNZ, Vilma. Op. Cit., Ibídem.
10 Ibídem, p. 17.
11 Ibídem, pp. 12-13.
12 Ibídem, p. 16.
3


en Magdalena, mientras que se hace mención a que a comienzos de la centuria (1611), el
cabildo porteño había registrado 9 chacras trigueras en éstos territorios 13. Más alejadas de la
ciudad que los demás espacios productivos, las estancias eran de mayores proporciones y
estaban dedicadas principalmente a la cría de animales 14. A su vez, Garavaglia nos dice que
existían ‘‘estancias de cercanías’’, ubicadas más próximas al ejido urbano, y orientadas a la
producción ‘‘mixta’’, como algunas de las anteriores15. Por su parte, las chacras eran más
chicas que las estancias, con muchos menos animales, y dedicadas especialmente a la
producción agrícola, forrajera y a las huertas, mientras que también había quintas de menor
tamaño dentro de los límites de la ciudad para la obtención de trigo y alimentos vinculados
directamente con el consumo local16.
Hablando específicamente de las unidades de producción (UP) de la primera parte del
siglo XVII, González Lebrero llegó a importantes conclusiones sobre los rasgos de las
mismas gracias al análisis y la obtención de datos de los inventarios: en primer lugar, que
tanto las chacras como las estancias desarrollaron la agricultura, debido a que ambos tipos
de establecimientos contaban con herramientas características de dichas prácticas, como las
atahonas; por otra parte, la existencia de algunos establecimientos con esclavos, divisados a
partir de la existencia de ‘‘casas de esclavos’’ (lamentablemente no se especifica de qué
lugar eran esos casos); a su vez, las chacras se destacaron por la presencia de arados,
azadas, hachas, carretas, entre otras cosas como corrales, herramientas de carpintería,
viñedos y yerros17.
En cuanto a las orientaciones productivas, hay bastante que detallar, al menos
considerando toda la jurisdicción del cabildo de Buenos Aires. En principio, que se
destacaban los vacunos, ovinos y porcinos, en ese orden de importancia. Por ejemplo, los
primeros se encontraron en el 93% de las estancias, aunque no se rastraron grandes
13 GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo (1993). ‘‘Chacras y estancias en Buenos Aires a principios del siglo
XVII’’, en FRADKIN, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la Plata colonial. Los establecimientos
productivos (II). Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, pp. 72-73.
14 GARAVAGLIA, Juan Carlos. Op. Cit., Ibídem.
15 Ibídem, p. 156.
16 Ibídem, pp. 159-161.
17 GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo. Op. Cit., pp. 70-81.
4


hacendados, destacándose apenas las 3.000 cabezas que tenía Antón Higueras de Santana18.
En cuanto a los establecimientos trigueros, pocos de ellos tenían vacas (16%) y en
cantidades menores (por lo general, no más de 400), siendo relevante que autoridades como
los gobernadores y el cabildo siempre intentaron alejar a los cimarrones de las zonas de
chacras para proteger a los cultivos19. De los cerdos, sólo sabemos que estuvieron en
algunas chacras (21%) y en una buena parte de las estancias (78%), mientras que también
se criaban otros animales como cabras (sobre todo en las UP trigueras y de menor
extensión), yeguas (destinadas, en gran medida, a la cría de mulas) y animales destinados a
la carga, el trasporte y los trabajos agrícolas como fueron los bueyes y caballos, muy
importantes tanto en chacras como en estancias20.
En definitiva, vemos una campaña donde predominaba una economía rural mixta
(coexistencia entre la agricultura del cereal y la ganadería) y con haciendas diversificadas
(cría de varias especias al mismo tiempo). Pese a las diferencias que ya se expondrán, este
rasgo se mantuvo al menos hasta mediados del siglo siguiente.
Tierras, hombres y ganados en Magdalena durante la primera mitad del siglo XVIII
Ahora, resulta preciso pasar a nuestro período y apoyarnos en el análisis de nuestras
fuentes. Empero, hay algunos conceptos básicos a tener en cuenta, a la hora de analizar a la
campaña de la Magdalena colonial, su sociedad, sus conflictos y sus prácticas económicas.
Recordemos que, como bien señalan Arrondo y Sánz, se trataba de una sociedad de frontera
y por lo tanto de riesgo 21, pero que no solamente es sinónimo de conflicto, sino también de
relaciones sociales y comerciales entre la sociedad indígena y la hispano-criolla22. Este
aspecto será profundizado con los testimonios y datos extraídos de las fuentes.
18 Ibídem, pp. 81-83.
19 Ibídem, pp. 83-85.
20 Ibídem, p. 87.
21 ARRONDO, César y SÁNZ, Vilma. Op. Cit., p. 9.
22 SALAS, Adela (2007). ‘‘Nuevos aportes para la historia colonial rioplatense: la población’’, en Épocas.
Revista de la Escuela de Historia, Universidad del Salvador, p. 28.
5


A su vez, el pago que estamos analizando formaba parte de una región, la cual era llamada
por Carlos Mayo como ‘‘la pampa’’, y no era ajena a ciertos rasgos estructurales de la
misma, que condicionaron el desarrollo de sus actividades productivas y obviamente sus
poblaciones:
 ‘‘Estancias sin cercos, reservas de ganado alzado, abundantes en aquellos tiempos de sequía,
circuitos clandestinos de comercialización en el marco de una economía mercantilizada, baja
presión de la demanda de productos pecuarios, acceso directo a algunos medios básicos de
subsistencia, frontera abierta y una amplia oferta de tierras de fácil acceso, son los rasgos
estructurales que explican aquella peculiar sociedad rural donde sobran los ganaderos y escasean los
brazos, donde la entrada al sector criador está tan abierta y los bordes son todo menos herméticos,
donde, en suma, los hombres y los ganados disfrutan de una notable autonomía’’23.
Justamente, el objetivo central de nuestra investigación tiene que ver con todos estos
rasgos señalados por dicho autor.
En cuanto al primer punto, el de la abundancia de ganado alzado y el fácil acceso a los
mismos, hay bastante para señalar. En investigaciones anteriores, me he encargado de
demostrar cómo el cabildo de Buenos Aires (así como otros de la región, como el de Santa
Fe), se ocupaba de cuestiones directamente vinculadas a la administración del ganado
vacuno disponible, tomando medidas en función de las demandas de distintos mercados
coloniales como el abasto de carne local, los cueros para exportación, la producción de
piezas de sebo y grasa, el envío de animales en pie, etc. 24. Y Magdalena no escapó a estas
problemáticas, y de hecho fue un punto importante dentro de la jurisdicción en este sentido:
por ejemplo, en octubre de 1748, ante la necesidad de hacer recogidas de ganado, el
maestre de campo don Juan de Sa Martín acusó tener las providencias necesarias para su
realización: en el Río Arrecifes había designado al maestre de campo don Joseph Zevallos,
23 MAYO, Carlos (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-1820). Buenos Aires, Editorial Biblos, p.
37.
24 GARAVAGLIA, Juan Carlos. Op. Cit., pp. 216-217. PELOZATTO REILLY, Mauro Luis (2014). ‘‘El
Cabildo, la ganadería y el abasto local en el litoral rioplatense, 1723-1750’’, en Actas de las Quintas Jornadas
de Historia Regional de La Matanza, pp. 230-244; (2015). ‘‘El Cabildo, los vecinos y la utilización de la ‘otra
banda’ como territorio alternativo en la economía rural colonial. Buenos Aires y Santa Fe durante la extinción
del ganado cimarrón y las vaquerías tradicionales (1720-1750)’’, en Estudios Históricos, Uruguay, Nº 14, 30
págs.; (2015b). ‘‘El Cabildo de Buenos Aires y la economía rural: las recogidas de ganado y el abasto dentro
de su jurisdicción, 1723-1750’’, en Carta Informativa XXXVII de la Junta de Estudios Históricos del Partido
de La Matanza, UNLaM, pp. 7-42; (2016). ‘‘El mercado de la grasa y el sebo en Buenos Aires colonial:
actividades productivas, precios y regulaciones durante la primera mitad del siglo XVIII’’, en Revista Raíces,
Uruguay; (2016b). ‘‘El cabildo, la ganadería vacuna y los precios en el Río de la Plata colonial durante la
primera mitad del siglo XVIII’’, en Revista de Historia, España.
6


al frente de 150 hombres, bajo la orden de no recoger los animales, sino internarse en
territorio indígena; y en el Río Areco, nombró al capitán don Jacinto Piñero, siguiendo la
misma orden junto a sus milicias y el vecindario de aquellos pagos; en Luján, se puso como
encargado al capitán don Juan de Chevez, con toda su compañía y los vecinos, que eran
criadores, quienes debían cumplir la misma orden inicial; en el Río de las Conchas, a
Fermín Gómez en las mismas condiciones; en La Matanza, el capitán don Isidro Velázquez
de la misma forma, mientras que en Magdalena, habiéndose convocado a todos sus vecinos
para que corrieran con la misma diligencia, éstos informaron que los animales ya se
encontraban en las estancias correspondientes, aunque sin embargo resolvieron mandar a
hacer las recorridas para ver si habían quedado algunos dispersos25.
En este ejemplo pueden apreciarse varios puntos importantes: en primer lugar, la
regulación de las recogidas de animales alzados por parte del cabildo; en segundo término,
la conformación de milicias para ir ‘‘campaña adentro’’, las cuales a su vez estaban
conformadas por compañías milicianas y vecinos particulares del lugar, por otra parte, la
administración del ganado juntado, con el objetivo de reintegrarlo a las estancias. Esto tiene
que ver con el desarrollo de las prácticas pecuarias en ese contexto: tras la extinción de las
vaquerías tradicionales, por basarse exclusivamente en la matanza y no en la cría del
vacuno26, tanto los ‘‘blancos’’ como los ‘‘indios’’ tuvieron que recurrir a otras prácticas,
como la mayor cría en las estancias por parte de los primeros, y la intensificación de las
malocas sobre las haciendas de Buenos Aires por parte de los segundos 27. Si a esto le
sumamos lo expuesto en mis trabajos, hay que pensar en las faenas sobre el ganado salvaje
de la Banda Oriental y en las recogidas organizadas de alzados en esta banda como
alternativas importantes.
25 Archivo General de la Nación (AGN), Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (AECBA), Serie
II, Tomo IX, pp. 404-405.
26 HALPERÍN DONGHI, Tulio (2010). Historia contemporánea de América Latina. Buenos Aires, Alianza
Editorial, p. 41.
27 BARBA, Fernando (2007). ‘‘Crecimiento ganadero y ocupación de tierras públicas, causas de
conflictividad en la frontera bonaerense’’, en Revista Andes, Universidad Nacional de Salta, pp. 1-2; MAYO,
Carlos. Op. Cit., p. 39; GARAVAGLIA, Juan Carlos. Op. Cit., pp. 39-41; PELOZATTO REILLY, Mauro Luis
(2014, 2015 y 2015b).
7


En pocas palabras, sería erróneo separar las problemáticas de ganado con las
problemáticas de indígenas, sobre todo en una región como la del sur de la Ciudad de
Buenos Aires. Y los testimonios encontrados en las actas del cabildo se encargan de
demostrarlo: en 1722, don Matías Solana propuso, ante la falta de comisionado en
Magdalena, que se nombrara un comisario, ya que don Ambrosio Negrete había sido
designado y no acudía a cumplir con su deber28. En noviembre de 1740 se trató sobre que
los ‘‘indios infieles’’ habían causado muertes y otras hostilidades (el capitán a cargo de
dicho pago había sido asesinado por ellos) sobre las estancias del pago. En consideración a
que no se había ofrecido resistencia en las anteriores oportunidades, se decidió convocar a
un cabildo abierto para discutir sobre los medios que debían implementarse para mejorar la
seguridad sobre las estancias de la jurisdicción 29. Días después, se manifestó un decreto del
gobernador y capitán general, presentado en representación de los vecinos del lugar por
parte de Julio de Chavarría, Francisco Ballesteros, Sebastián Macedo, Antonio Barragán y
Martín Gutiérrez, pidiendo licencia para salir con 250 hombres a restaurar los cultivos y
haciendas robados y dañados. El gobernador mandó a conferir al cabildo, el maestre de
campo y demás oficiales de la milicia para que acordaran lo más conveniente. El alcalde de
primer voto sostuvo que se despacharan 500 milicianos lo antes posible, debido al número
de cautivos y las crecidas haciendas que se habían llevado los ‘‘indios serranos’’, mientras
que debían arbitrarse todos los medios necesarios para poder realizar las próximas
recogidas de las cosechas30. En febrero del año siguiente, se hizo referencia a cómo la
imposibilidad de bajar plata desde Potosí afectaba negativamente a la producción y los
precios de las mulas y las vacas, provocando que por no haber compradores los criadores
abandonaran estas actividades, todo esto sumado a la guerra sostenida dentro de la
jurisdicción contra los nativos hostiles, la cual afectaba sobre todo al pago que abastecía a
la región como lo era el de Magdalena. Allí, el 26 de noviembre del año anterior, habían
matado a más de un centenar de personas, más el robo de mujeres, niños, ganados vacunos
y caballunos, que no fueron recuperados pese a haberse realizado todos los esfuerzos
posibles. Se resolvió sacar del Real Erario lo necesario para costear las expediciones contra
28 AGN, AECBA, Serie II, Tomo IV, pp. 560-561.
29 AGN, AECBA, Serie II, Tomo VIII, pp. 193-194.
30 Ibídem, pp. 202-203.
8


los ‘‘infieles’’, para lo cual se nombró diputados a los alcaldes para que pidieran un
donativo al vecindario y los comerciantes para ayudar con los gastos31.
De estas anotaciones se desprenden varios aspectos a mencionar: a) el peligro de la
frontera fue algo sostenido durante todo el período; b) las autoridades coloniales y los
vecinos productores se preocupaban por la formación de expediciones armadas contra los
nativos, en algunos casos muy grandes en cuanto a cantidad de hombres y recursos; c) la
utilización de fondos públicos para estas empresas; d) el nombramiento de comisionados
para controlar a los hombres y animales32; e) el carácter violento de las incursiones
indígenas sobre las UP de Magdalena, causando daños económicos, humanos y materiales;
f) la mención de tierras de cría y de cultivo en el mismo pago; g) la existencia de una
relación entre la producción de plata en el Alto Perú y la de bienes agropecuarios en esta
localidad rural. Este último punto tiene que ver con la inserción de la región del Río de la
Plata dentro del ‘‘Espacio Peruano’’, entendido como centro principal de producción y
consumo, comprendido por el eje Lima-Potosí, y en función del cual se fueron
especializando las otras regiones de Sudamérica colonial33. Este aspecto merece ser
trabajado más detalladamente y en un período de tiempo más prolongado, para poder
observar cambios y continuidades.
Pero sería un error centrarnos únicamente en el papel de los funcionarios coloniales y de
los conflictos por el ganado en la frontera abierta. Es preciso ir más allá, y hacer una
caracterización de las UP, su relación con los mercados, y de los grupos sociales que las
habitaban y/o trabajaban sobre ellas, para poder cumplir con nuestros objetivos de
investigación planteados al comienzo.
31 Ibídem, p. 264.
32 Ver BIROCCO, Carlos (1998). ‘‘La estructuración de un espacio de poder local en la campaña bonaerense:
las alcaldías de la Santa Hermandad de los partidos de Areco y Cañada de la Cruz (1700-1790)’’, en
Cuadernos del P.I.E.A., U.B.A., Nº 5; BARRIERA, Darío (2013). ‘‘Justicias rurales: el oficio del alcalde de la
hermandad entre el derecho, la historia y la historiografía (Santa Fe, Gobernación de Río de la Plata, siglos
XVII a XIX)’’, en Revista Andes, Universidad Nacional de Salta, 24 (1).
33 ASSADOURIAN, Carlos (1982). El sistema de la economía colonial. Mercado Interno. Regiones y
espacio económico. Lima, Instituto de Estudios Peruanos; FRADKIN, Raúl y GARAVAGLIA, Juan Carlos
(2009). La Argentina colonial. El Río de la Plata entre los siglos XVI y XIX. Buenos Aires, Siglo XXI
editores, p. 95.
9


Los grupos sociales y las UP

Antes que nada, resulta una necesidad marcar algunas características de la sociedad rural
de Magdalena, para así poder comprender el carácter de las UP y de la fuerza de trabajo en
ellas existente. Como bien señala Adela Salas, un rasgo fundamental es la importancia de la
familia, entendida como:
  ‘‘…una unidad dinámica que cambia con el tiempo. Se inicia en el matrimonio, continúa con el
nacimiento de los hijos y con las incorporaciones que sea realizan a lo largo de su existencia, y se
transforma a medida que alguno de sus miembros se separa para formar otra familia o muere’’34.
Según la autora, éstas familias fueron importantes como grupos de trabajo, y se
caracterizaron por ciertas conductas como la endogamia, aplicadas tanto por los ‘‘blancos’’
como por mulatos, mestizos y nativos americanos de Magdalena (endogamia étnica) 35.
Asimismo, vale la pena recalcar que esta conducta fue característica también de grupos
sociales determinados como los estancieros, quienes tendían a casarse entre miembros del
mismo grupo con el objetivo primordial de impedir la fragmentación de sus patrimonios36.
Por otra parte, me gustaría tomar la postura que concibe la existencia de diferentes tipos
de familias en la campaña bonaerense, y en consecuencia también en Magdalena. En
principio, se conformaba la familia nuclear restringida, integrada por el matrimonio o
pareja, tuviesen éstos hijos o no. Diferente era una restringida incompleta, que se daba
cuando uno de los cónyuges moría o abandonaba el núcleo. La familia amplia era aquella
donde se integraban otras personas, ya fueran parientes o no, más los esclavos, peones
conchabados, agregados, arrendatarios, etc. También existían las troncales, que eran las que
se componían de ascendientes y/o descendientes del núcleo, y las mismas podían llegar a
ser amplias al incorporar personas externas en diferente carácter. Por último, había familias
múltiples, es decir, varios grupos cohabitando la misma parcela o UP 37. Como bien notó la
34 SALAS, Adela. Op. Cit., p. 33.
35 Ibídem, pp. 31-32.
36 MAYO, Carlos. Op. Cit., p. 61.
37 SALAS, Adela. Op. Cit., pp. 33-34.
10


misma autora, el padrón de 1738 no aporta datos útiles para poder caracterizar los grupos
familiares de las UP, aunque si los de 1726 y 1744: según los datos brindados por el
primero de ellos, el 62,8% eran restringidas, contra un 32% de amplias y un bajo 1,3% de
troncales; en el censo siguiente, nos encontramos con un 50,9% de la primera categoría, un
36,8% de la segunda y un 9,7% de la tercera 38. En conclusión, las nucleares continuaron
siendo, con diferencia, las más comunes, aunque a lo largo del período fueron creciendo en
importancia las otras categorías.
Otra característica estructural era la importancia de la población indígena. En este pago, se
habían desarrollado durante el siglo XVII dos grandes reducciones de naturales: la de los
tabichaminís (extinta en 1682) y la de los Quilmes-calianos, que hacia 1666 eran 455, y en
1730 unos 129, debido al descenso demográfico como consecuencia de las pestes,
enfermedades, el clima y las hostilidades sufridas por los nativos. En cuanto a la población
aborigen en general, hay que decir que en 1726 eran 33 personas de esta clase, sobre un
total de 588 pobladores (5,8%), pero que si sumamos los reducidos, el porcentaje de
‘‘indios’’ sobre el registro total es de 22,59%, lo cual no es poca cosa. Según el padrón de
1744, había 9 ‘‘infieles’’ (1,3% del total), aunque otras fuentes como los bautismos que se
realizaron entre 1738-1747 y fueron registrados arrojan otros números: los indios-mestizos
conformaban un 27,4% de todo Magdalena39. Tanto ‘‘indios’’ como mestizos aparecen en
las UP en diversas situaciones: Tomás de las Beatas, anotado en 1726, vivía y trabajaba con
su esposa y sus 5 hijos en las tierras de don Gaspar de Avellaneda; Miguel, nativo de
Corrientes, casado y con 2 hijos, se encontraba en la misma situación; Juan y Miguel,
indígenas de origen chileno, eran solteros y no tenían hijos, aunque también estaban
dependiendo del mismo propietario que los anteriores 40; Alonso Andrade, mestizo de
Santiago, no tenía nada y ocupaba una tierra en condiciones que no conocemos con
exactitud, mientras que el Lorenzo era casado y tenía en su compañía a una mujer (también
nativa) y un mestizo casado (tenía un hijo), todos en la estancia del difunto Joseph
38 Ibídem, p. 35.
39 Ibídem, pp. 28-29.
40 Academia Nacional de la Historia (ANH). Documentos para la Historia Argentina. Tomo X. Padrones de la
Ciudad y campaña de Buenos Aires. Padrón de 1726, pp. 185-186.
11


Arregui41. En 1744, había 2 ‘‘indios del Paraguay’’ viviendo como agregados de Bernardo
Biñasu, criollo de Mendoza, quien a su vez era arrendatario 42; doña Inés de Aguirre tenía
como agregados en sus tierras de chacra a una familia conformada por un mulato, una india
y sus 3 hijas43.
41 Ibídem, pp. 186-187.
42 ANH, Documentos…, Padrón de 1744, p. 694.
43 Ibídem, pp. 696-697.
12


En cuanto a la mano de obra, estaba conformada por trabajadores que atravesaban
distintas situaciones. No faltaron establecimientos que contaran con esclavos entre sus filas,
aunque los mismos nunca llegaron a ser la mayoría: en 1726, 18 UP fueron registradas con
este tipo de trabajadores, sobre un total de 89 (20,22%)44. En el padrón siguiente (1738), la
relación fue de 11/115 (9,56%)45, mientras que en el posterior (1744), fue de 12/141
(8,51%)46. En síntesis, la evolución de la presencia de esclavos en las explotaciones fue en
baja (siempre fue negativa), como puede observarse en el siguiente gráfico, junto con la
concentración de este tipo de trabajadores en las unidades rurales.
En 1726 el promedio es de 3,72 esclavos por UP, en 1738 el número baja a 1,27, mientras
que en 1744 la cifra asciende a 2,41personas de esta condición por establecimiento
(teniendo en cuenta solamente aquellos que los tenían). En definitiva, tanto el número de
grupos que contaban con esclavos como la concentración de éstos en cada sitio tienden a
disminuir a lo largo del período, pero en realidad las cifras siempre fueron bajas.
Otro grupo era constituido por los denominados como ‘‘agregados’’, ‘‘arrimados’’ o gente
‘‘en compañía de…’’. Estos formaban parte de una relación entre un campesino desprovisto
44 ANH. Documentos…, Padrón de 1726, pp. 177-187.
45 ANH. Documentos…, Padrón de 1738, pp. 294-298.
46 ANH. Documentos…, Padrón de 1744, pp. 688-709.
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de tierras (con o sin grupo familiar) con un propietario (fuese un gran estanciero o no), por
el cual el primero se comprometía a pagar con su trabajo en la estancia del dueño, a cambio
del usufructo de una parcela. Se trataba de un vínculo exclusivamente consuetudinario, es
decir, basado en la fuerza de la costumbre 47. Similar era la situación de los arrendatarios,
quienes pagaban una renta, generalmente en especie, para poder acceder a la ocupación de
una determinada extensión territorial48. Al igual que los esclavos, este tipo de trabajadores
desempeñaban distintas funciones en las actividades agrícolas y ganaderas, como la
siembra, la cosecha, las recogidas de animales, las faenas, la doma de potros salvajes, etc.
Según lo que podemos apreciar gracias a los padrones disponibles para este período, nos
encontramos con que estos tipos de trabajo coexistieron, y en gran medida se
complementaron dentro de las UP de Magdalena.
Respecto a los peones asalariados, hay que sostener que a simple vista parece que no
tuvieron demasiado peso en Magdalena durante la primera mitad del siglo XVIII, sobre
todo por el número de establecimientos que los tenían: en 1726 sólo 6 de 89 UP tenían
conchabados (6,74%), mientras que en 1744 solamente 11 de un total de 141 los tenía
47 MAYO, Carlos. Op. Cit., pp. 73-74.
48 FRADKIN, Raúl (1995). ‘‘Según la costumbre del pays’: costumbre y arriendo en Buenos Aires durante el
siglo XVIII’’, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana ‘‘Dr. E. Ravignani’’, Tercera Serie,
Nº 11, p. 39.
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(7,8%). Eran campesinos que vendían su fuerza de trabajo a cambio de un salario, el cual
generalmente se pagaba pocas veces en plata, y más bien se hacía en ‘‘monedas de la
tierra’’, lo cual era beneficioso para los patrones, ya que, como bien señala Raúl Fradkin:
 ‘‘La remuneración en especies permitía a las haciendas que contaban con pulpería efectuar una deducción
real sobre los salarios y ello ha sido constatado desde Tucumán a la Banda Oriental; de este modo, la
administración de la propiedad podía reducir significativamente su erogación monetaria en salarios (el
principal gasto de una unidad de producción agraria) y equilibrar sus cuentas. El componente metálico del
salario no sólo era menor en el interior sino que generalmente pareciera haber sido sobrevalorado’’49.
En pocas palabras, la idea de los propietarios era asegurar mano de obra al menor costo
monetario posible, y por eso puede ser que el número que encontramos de agregados,
arrimados y otros dependientes supere al de peones. Por otra parte, existían otros factores
que impedían que los estancieros y chacareros pudieran controlar a la mano de obra
manteniéndola sujeta a sus establecimientos. Según Carlos Mayo, los campesinos tenían
acceso directo a los medios de producción (tierra y ganado), las posibilidades que
representaba la frontera abierta, los circuitos clandestinos de comercialización, factores que
se sumaban a la actitud de rechazo de los peones frente al trabajo 50. Otros autores, como
Jorge Gelman, demostraron que no solamente influían dichos aspectos, sino también otros
como el calendario marcado por la producción triguera, que por ejemplo llevaba a que en
los meses de verano (cuando tenían lugar la siega y las cosechas, actividades
fundamentales), los asalariados tendieran a salir de las estancias ganaderas para
concentrarse en las chacras cerealeras, donde recibían más dinero y en plata, o bien en sus
propias explotaciones51, ya que muchos de los peones eran también campesinos
independientes o agregados de otros establecimientos, según la situación.
Sin embargo, no podemos obviar a las tierras en donde vivían y trabajaban estos
campesinos que describimos. En principio, la única clasificación más distinguible es la
realizada entre chacras y estancias, que ya han sido definidas en este trabajo. En 1726, 17
49 FRADKIN, Raúl (2000). ‘‘El mundo rural colonial’’, en TANDETER, Enrique (Dir.). Nueva Historia
Argentina. Tomo II. La sociedad colonial. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, p. 261.
50 MAYO, Carlos (1987). ‘‘Sobre peones, vagos y malentretenidos: el dilema de la economía rural
rioplatense durante la época colonial’’, en Anuario del IEHS, Nº 2, p. 27.
51 GELMAN, Jorge (1993). ‘‘Nuevas perspectivas sobre un viejo problema y una misma fuente: el gaucho y
la historia rural del Río de la Plata colonial’’, en FRADKIN, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la
Plata colonial. Los establecimientos productivos (I). Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, p. 136.
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de los 89 establecimientos fueron registrados como estancias (19,10%), mientras que no se
encontraron chacras, quedando de esta manera la gran mayoría de las unidades sin
clasificación52. Lamentablemente, el padrón de 1738 no nos sirve para apreciar esta
diferenciación, y en 1744 se contabilizaron 10 estancias y 5 chacras, representando un 7% y
un 3,54% del total respectivamente53. En resumen, estas cifras no son suficientes como para
describir la organización de las UP y sus características.
Por eso, es necesario tomar otros indicadores para caracterizar la producción y los
vínculos con los mercados, como la extensión territorial, el número de cabezas por especie
y la presencia de herramientas vinculadas a las prácticas pecuarias y agrícolas. En 1738, las
unidades que criaban animales eran 34 sobre 115 (29,56%), y en 1744 se encontraron 58
sobre 141 (41,13%)54. Como primera aproximación, podría pensarse en una tendencia al
crecimiento de la presencia de ganado en el pago.
Ahora bien, ¿qué se producía en la región y para qué? Como bien señalan autores como
Garavaglia, Halperín Donghi y Mayo, la ganadería tenía varias alternativas mercantiles: el
mercado atlántico (exportación de cueros), el abasto de carne, grasa y sebo a nivel local, el
envío de vacunos y mulas en pie hacia el Norte minero, etc. 55. Además, se encontró una
interesante presencia de ovinos (útiles para lana y carne), bueyes y caballos (éstos últimos
vinculados directamente a los trabajos agrícolas, la carga y el transporte)56.
La importancia del vacuno es innegable: en 1738, sobre 31 UP con ganado, 29 tenían
vacas (63,54%), repitiéndose la tendencia con las 57 que tenían este tipo de haciendas sobre
un total de 58 UP con ganado en 1744 (98,27%). La concentración en número también era
muy considerable: 137,93 en 1738, y 248,84 en 1744, es decir, que la presencia de estos
52 ANH. Documentos…, Padrón de 1726, pp. 177-187.
53 ANH. Documentos…, Padrón de 1744, pp. 688-709.
54 ANH. Documentos…, Padrones de 1738 y 1744, pp. 294-298 y 688-709.
55 GARAVAGLIA, Juan Carlos. Op. Cit., pp. 216-218; HALPERÍN DONGHI, Tulio (1993). ‘‘Una estancia
en la campaña de Buenos Aires, Fontezuela, 1753-1809’’, en FRADKIN, Raúl (Comp.). La historia agraria
del Río de la Plata colonial. Los establecimientos productivos (I). Buenos Aires, Centro Editor de América
Latina, p. 60; MAYO, Carlos (2004). Op. Cit., p. 40.
56 GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo. Op. Cit., p. 87.
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animales fue en aumento hacia mediados de la centuria. 

En primer lugar, vemos la clara superioridad del ganado vacuno sobre el resto de las
especies, pese a los defectos que presenta esta fuente. Asimismo, parece ser que en una
diferencia de pocos años la tendencia a criar bovinos aumentó en las UP, justo en la misma
época que en algunos trabajos previos marqué como de consolidación de las recogidas de
ganado alzado y de la producción organizada en las estancias57.
En cuanto a lo difundida que estaba cada especie de ganado, también se puede ver una
clara superioridad de los bovinos: en 1738, 29 de los 31 lugares de criadores tenían vacas,
como ya se ha dicho, de los cuales 14 (48,27%) complementaban la cría de estos animales
con otras especies (en el caso de este padrón, solamente se pudieron encontrar yeguas de
cría, importantes para la reproducción del ganado equino y, fundamentalmente, la
fabricación de las mulas demandadas por los centros de producción argentífera). Hacia
1744, solamente en 12 de 58 UP (20,68%) convivían vacunos (presentes en el 98,27% de
las mismas) con otros animales, en ese momento más diversos: se encontraron ovejas
(4.400 cabezas), yeguas (1.900) y bueyes (40)58.
57 PELOZATTO REILLY, Mauro Luis (2014, 2015 y 2015b).
58 ANH. Documentos…, Padrones de 1738 y 1744, pp. 294-298 y 688-709.
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En conclusión, los censos rurales de Magdalena nos muestran una ganadería claramente
diversificada, con una tendencia al crecimiento del vacuno, como puede verse en esta
muestra general:
Ovinos; 17%
Yeguas; 15%
Vacunos; 69%
Aclaración: los 40 bueyes registrados en 1744 no llegan a conformar siquiera un 1% del total.
Fuente: ANH. Documentos…, Padrones de 1738 y 1744, pp. 294-298 y 688-709.

Por último, es necesario hacer una descripción de los criadores más destacados del
período, el papel de la gran propiedad territorial, la relación entre ganadería y agricultura, y
la existencia de una verdadera economía diversificada, la cual ya a esta altura resulta
innegable, tras ver los datos de todos los establecimientos del período seleccionado.
Característicos de los hacendados de Magdalena
Para este apartado se ha optado por el análisis de los padrones y de sucesiones
correspondientes a vecinos criadores de Magdalena identificados entre los decenios de
1720 y 1750, con el objetivo de elaborar una especie de perfil de los hacendados del
período.
Según la primera de estas fuentes, existía un grupo de medianos y grandes hacendados
diversificados. En 1738, el capitán Roque Giménez declaró 1.000 cabezas de ganado
vacuno, y además criaba yeguas, tenía 2 esclavos, era propietario de sus tierras de estancia
y vivía en una casa cubierta de tejas. Ese mismo año, se contaron cerca del rancho del
18


estanciero propietario Gonzalo Villoldo 2.000 yeguas de cría y algunas vacas 59. En 1744,
Juan Romero, quien era propietario de sus tierras y vivía en un rancho de paja, tenía por lo
menos 1.500 vacunos más tierras de labranza 60. Tomás de Arroyo, quien poseía estancia y
chacra, tenía entre sus bienes declarados 3.000 ovejas y 1.500 vacas 61. Por su parte, Pedro
Barragán, quien contaba con una casa de adobe y techo de paja, se mostró como un
importante productor diversificado con sus 1.500 ovejas, 1.000 vacunos y 200 yeguas 62.
Doña Martina de Luola (viuda), aparece como la hacendada más importante entre las
mujeres, ya que tenía 1.000 yeguas y 50 bovinos, además de 5 esclavos, un campesino
agregado (su sobrino), sus tierras y casa de adobe de 5 tirantes y techo de tejas63.
Las sucesiones de los vecinos ganaderos de la época aportan algunos datos más para
ilustrar las características de aquellas unidades de producción. Juan Arregui (1744), contaba
con 2 leguas de frente de tierras de estancia y cabezadas, las cuales eran utilizadas para las
sementeras y la cría de ganados mayores y menores 64. El capitán Luis Gutiérrez Molina
dejó como parte de sus bienes sucesorios una chacra poblada de 600 varas de frente por una
legua de fondo, tierras que habían sido obtenidas en merced 65. El capitán don Andrés
Lozano (1755), tenía tierras de una legua y media de fondo (tasadas a 2 reales por legua),
273 vacas, 246 yeguas, 103 caballos y 8 bueyes. Además, se deduce cierta presencia de
prácticas agrícolas por la posesión de azadas, hachas y carretas, entre otros implementos
relacionados66. Por último, el sargento Juan Gutiérrez de Paz (1728), vecino instalado cerca
de las tierras de los indios Quilmes, tenía casa poblada con una sala de aposentos y cubierta
de tejas, y tierras por 3.000 varas de frente por legua y media de fondo (tasadas en 1.000
pesos). Entre sus haciendas, se contaron 450 vacunos, 150 mulas, 640 yeguas de cría, 12
59 ANH. Documentos…, Padrón de 1738, pp. 294 y 297.
60 ANH. Documentos…, Padrón de 1744, p. 691.
61 Ibídem, p. 701.
62 Ibídem, p. 705.
63 Ibídem, p. 709.
64 AGN, Tribunales, Sucesiones, 3859, Sucesión de Juan Arregui (1744), pp. 2-4.
65 AGN, Tribunales, Sucesiones, 3859, Sucesión del Capitán Luis Gutiérrez Molina, p. 8b.
66 AGN, Tribunales, Sucesiones, 6722, Sucesión del Capitán don Andrés Lozano (1755), pp. 10-11.
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caballos, 68 burros, 23 bueyes y 1.000 ovejas. En cuanto a los implementos de trabajo,
tenía un esclavo, carretas, masas y montas67.
Varios aspectos de importancia pueden verse con todos estos ejemplos: a) la inexistencia
de grandes estancieros latifundistas (no se encontró a ningún vecino con más de 5.000
cabezas de ganado, mientras que los tamaños de las extensiones rurales no son
sorprendentes); b) claramente, estamos frente a una ganadería que era diversificada, la cual
le daba más relevancia a los vacunos y yeguas, seguidos de ovinos (abundantes por su bajo
precio por cabeza), mulas, caballos y bueyes (los dos últimos, indicadores de agricultura),
respondiendo de esta manera a varios mercados al mismo tiempo; c) la poca cantidad de
esclavos que tenían pese a ser los criadores más destacados del lugar, y la coexistencia
entre las estancias y los pueblos de indios (en este caso, los Quilmes); d) había en las
estancias otros indicadores de agricultura, como las herramientas agrícolas.
Ahora bien, no hemos encontrado un latifundio propiamente dicho, hasta la conformación
del perteneciente al sargento mayor don Clemente López Osornio en 1766, quien adquirió
mediante la compra y el remate en almoneda pública tierras que anteriormente habían sido
de otros vecinos criadores (Francisco y Joseph Espinoza, Joseph Arregui y Martín
Gamboa). En el caso del último de los enumerados, le compró 3 leguas de frente por 12.000
de fondo. El estanciero en cuestión hizo todo lo posible por conservar sus bienes inmuebles,
presentando las cartas de venta, los títulos de propiedad de los antiguos propietarios y
consiguiendo un ‘‘piloto’’ para hacer las mensuras correspondientes 68. Sería interesante
profundizar más sobre estos casos puntuales y sobre el período siguiente (segunda mitad
del siglo XVIII), donde ya podemos percibir la consolidación de verdaderos latifundios
mixtos.
67 AGN, Tribunales, Sucesiones, 6250, Sucesión del Sargento Juan Gutiérrez de Paz (1728), pp. 7-7b.
68 ARRONDO, César y SÁNZ, Vilma. Op. Cit., p. 19.
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Conclusiones 

Luego del análisis de diversas fuentes como acuerdos capitulares, padrones rurales y
sucesiones (inventarios y testamentarias de vecinos ganaderos), se pueden plantear algunas
ideas finales en relación a la evolución de la ganadería y la propiedad de la tierra en el pago
de Magdalena: 1) los primeros asentamientos se originaron a partir de los repartos de tierras
concedidos por Juan de Garay, y las mercedes otorgadas en la zona por los gobernadores en
el siglo XVII; 2) el pago de Magdalena se encontraba naturalmente en una situación de
frontera abierta, la cual era fuente de conflictos directos con los ‘‘indios’’, pero también de
circuitos clandestinos de comercialización y otros contactos sociales (los aborígenes
supieron integrarse de distintas maneras a la sociedad y la economía coloniales); 3) todos
estos factores, más el fácil acceso a los medios de producción, el ciclo de trabajo agrícola y
la poca capacidad de control que tenían las autoridades coloniales, facilitaron la
conformación de un amplio sector de campesinos libres que se iban alternado entre el
conchabo, el arrendamiento, la agregación y la producción independiente; 4) el peso de la
esclavitud fue, en líneas generales, pobre, sirviendo más bien de complemento para la
inestable mano de obra libre; 5) el cabildo intervino, junto con otras autoridades locales,
sobre diversas problemáticas vinculadas a las prácticas económicas y los conflictos sociales
típicos de la frontera: organización de recogidas de ganado alzado, redistribución de
animales recolectados entre los vecinos criadores, conformación de milicias para la guerra
contra los ‘‘infieles’’, etc.; 6) como sostuvieron en su momento autores como Garavaglia,
se trató de una región ‘‘mixta’’, debido a la existencia de una relación de
complementariedad entre la ganadería y la agricultura69, tanto en las chacras como en las
UP reconocidas como estancias; 7) la ganadería era, claramente, de carácter diversificado,
en el sentido de que se producía para distintos mercados; 8) la conformación de grandes
propiedades territoriales no se dio hasta después de mediados de la centuria, aunque
siempre predominaron las pequeñas y medianas UP; 9) desde el punto de vista productivo,
la tendencia a un crecimiento en la importancia de la ganadería vacuna en relación a las
otras especies es clara; 10) hubo una visible fragmentación de las explotaciones, lo cual
69 GARAVAGLIA, Juan Carlos (1993). ‘‘Las ‘estancias’ en la campaña de Buenos Aires. Los medios de
producción (1750-1850)’’, en FRADKIN, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la Plata colonial. Los
establecimientos productivos (II). Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, p. 138.
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queda de manifiesto ante el aumento de los arriendos70 y de las agregaciones, más el mayor
número de unidades administradas por hombres y familias asentadas en tierras ajenas.

Bibliografía y fuentes

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70 ARRONDO, César y SÁNZ, Vilma. Op. Cit., p. 20.
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